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Destruir es muy fácil

Por: Paz Fernández Cueto

Distraídos por el bombardeo devastador de Rusia contra Ucrania, no hemos calibrado el retroceso que sufrirá nuestro país al destruir, de un plumazo, lo construido durante años de esfuerzo en el terreno educativo. Destruir es muy fácil, así lo muestran las imágenes aterradoras que van dejando los estragos de la guerra. Destruir es muy fácil, como ha sido la capacidad destructora del gobierno de la 4T, al no saber distinguir entre los logros alcanzados que conviene mantener, de aquéllos que deben desaparecer.


Esta vez la destrucción estuvo a cargo de la titular de la Secretaría de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, al anunciar la cancelación definitiva del Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC), a través del cual, se beneficiaban 3.6 millones de niños y adolescentes, sin contar a más de 4 millones de padres de familia que se verán seriamente afectados en sus trabajos al tener que buscar la manera de suplir el tiempo de atención a sus hijos. La decisión perjudica también, de manera importante, a cientos de maestros que percibirán una reducción significativa en sus ingresos.

 

“… Los centros escolares del PETC, ubicados en su mayoría en zonas marginadas, operan entre 6 y 8 horas al día, a diferencia de las escuelas regulares de educación básica que en promedio atienden a los niños 4 horas y media …”


El cierre de las Escuelas de Tiempo Completo, modelo educativo que ha demostrado ser altamente exitoso, representa un retroceso en los escasos avances que ha tenido la educación en México, y una grave regresión en el ejercicio de los derechos humanos de los niños y padres de familia, de las 25 mil 134 escuelas que alcanzó el programa y dejarán de asistir.

 

“… Además del aprendizaje recibido, los estudiantes comen en la escuela, siendo frecuentemente éste, el único alimento caliente que reciben durante todo el día …”


Los centros escolares del PETC, ubicados en su mayoría en zonas marginadas, según datos del el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), operan entre 6 y 8 horas al día, a diferencia de las escuelas regulares de educación básica que en promedio atienden a los niños 4 horas y media. Además del aprendizaje recibido, los estudiantes comen en la escuela, siendo frecuentemente éste, el único alimento caliente que reciben durante todo el día.


Aparentemente, el presupuesto asignado al programa será destinado a la mejora de la infraestructura de las escuelas del país, obligación de la SEP que no tendría que afectar el presupuesto de programas de incalculable trascendencia social. Sabemos de sobra que la mejor manera de abatir la pobreza, de evitar que niños y jóvenes sean presa del crimen organizado o caigan en la drogadicción, es invertir en su educación. Que triste es constatar que nuestros gobernantes tienen otras prioridades.

 

“… la mejor manera de frustrar el futuro de nuestros niños y jóvenes, es regatear recursos a su educación son pretexto de subsanar el deterioro material de sus escuelas …”


En días pasados, durante el seminario organizado por el Consejo Coordinador Empresarial Visión de futuro: México 2024, el empresario Carlos Slim calificó de certero el rumbo de la política económica de México, al haber logrado ser más activo en la recaudación fiscal sin subir impuestos, y mantener sanas unas finanzas públicas que aseguren baja inflación y estabilidad en el tipo de cambio. Así mismo, enfatizó que el verdadero progreso se sustenta en educación y salud, pilares fundamentales de estabilidad familiar.


Alcanzar el crecimiento económico sin lograr paralelamente, con la asignación del debido presupuesto, elevar la calidad de la educación, es una insensatez. La verdadera “guerra contra la pobreza”, la que garantiza ingresos mínimos, la que mejora el poder adquisitivo de las personas, la que eleva la calidad y las condiciones de vida se gana con la educación. Y, por el contrario, la mejor manera de frustrar el futuro de nuestros niños y jóvenes, es regatear recursos a su educación son pretexto de subsanar el deterioro material de sus escuelas. Destruir es muy fácil, lo difícil aprovechar oportunidades que con tanto esfuerzo hemos venido construyendo, sin dejar que se nos vayan de las manos.


 

Paz Fernández Cueto
Paz@fernandezcueto.com

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