Hablar sobre la importancia de la prevención del suicidio, como un problema social que afecta a muchas personas en el mundo y que se puede prevenir con intervenciones oportunas y basadas en la evidencia, es el principio de una tarea compleja ante un problema multifactorial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) designó el 10 de septiembre como el Día Mundial de la Prevención del Suicidio y que ha lanzado una guía de implementación llamada LIVE LIFE – VIVIR LA VIDA, que consta de cuatro intervenciones clave para prevenir el suicidio, que más adelante menciono.
En algunos documentos presentan datos sobre la situación del suicidio en la región de las Américas, donde se encuentra México, que no se escapa de estos datos como el número de muertes, las tasas por género y edad, y las causas más frecuentes. De eso hay mucha información y por supuesto, es una situación bastante alarmante.
“… Cada año, más de 703.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos …”
El suicidio es un problema de salud pública, a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes. Cada caso de suicidio es una tragedia que afecta gravemente no sólo a los individuos, sino también a las familias y las comunidades. Cada año, más de 703.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos. Desde que la OMS declaró al COVID-19 como una pandemia en marzo de 2020, más individuos experimentan pérdida, sufrimiento y estrés. Centrarse en la prevención del suicidio es especialmente importante para crear vínculos sociales, promover la toma de conciencia y ofrecer esperanza. Acercarse a los seres queridos por su salud mental y su bienestar podría salvarles la vida.
El abordar la complejidad de las conductas suicidas comienza por identificar los factores de riesgo y de protección. Los factores de riesgo clave abarcan desde los sistemas sanitarios y la sociedad hasta los niveles comunitario, relacional e individual. Entre ellos se encuentran las barreras de acceso a la atención de salud, las catástrofes, las guerras y los conflictos, los intentos de suicidio anteriores, etc.
Estos factores suelen actuar de forma acumulativa para aumentar la vulnerabilidad a la conducta suicida. Aunque la relación entre el suicidio y los trastornos mentales está bien establecida, muchos suicidios también pueden producirse de forma impulsiva en momentos de crisis, como una pérdida económica. Algunos factores de protección son:
- Las relaciones personales sólidas
- Las creencias religiosas o espirituales
- Las estrategias de afrontamiento
- Las prácticas de bienestar positivas
Mitigar los factores de riesgo para reducir los medios de suicidio y potenciar los factores de protección para fomentar la resiliencia, pueden reducir de manera eficaz las tasas de suicidio. Por ejemplo, el suicidio impulsivo puede prevenirse restringiendo el acceso a los medios letales. Sin embargo, la prevención del suicidio no se ha abordado adecuadamente en muchos países debido a la falta de toma de conciencia sobre el suicidio como un importante problema de salud pública, lo que impide que la gente busque ayuda. El subregistro y la clasificación errónea son problemas más importantes en los suicidios que en otras causas de muerte, debido a su sensibilidad y a su ilegalidad en algunos países. El reto es real y hay que tomar medidas.
“… Mitigar los factores de riesgo para reducir los medios de suicidio y potenciar los factores de protección para fomentar la resiliencia, pueden reducir de manera eficaz las tasas de suicidio …”
El aspecto destacado es detectar precozmente el riesgo suicida. Para conseguirlo se hace necesario mejorar el acceso y atención de las personas con conducta suicida a los servicios de salud pública, a la vez que se promueve la formación continuada de los profesionales de la salud para el adecuado diagnóstico y abordaje de la conducta suicida, mejorando la detección de las personas en riesgo. En este sentido, el desarrollo de una red de atención telefónica eficiente, coordinada e integrada se considera que puede mejorar el abordaje a la persona con conducta suicida. Promover el registro de los casos de tentativa de suicido puede contribuir también a la mejora de la vigilancia epidemiológica del problema.
También se hace necesario promover la elaboración de procesos asistenciales integrados de atención a las personas con riesgo suicida. En esta línea pueden ser de utilidad acciones como garantizar que el informe al alta del servicio de urgencias llegue al médico de Atención Primaria con el fin de asegurar la continuidad de los cuidados necesarios, así como al Centro de Salud Mental, además de ofrecer a las familias y personas allegadas información, recursos y herramientas que les permitan actuar en caso de un nuevo episodio. La promoción y estímulo de formas de ayuda mutua entre supervivientes y personas con ideaciones suicidas puede ser también de interés en este sentido.
“… La prevención del suicidio no se ha abordado adecuadamente en muchos países debido a la falta de toma de conciencia sobre el suicidio como un importante problema de salud pública, lo que impide que la gente busque ayuda …”
Las intervenciones mencionadas que vayan dirigidas a grupos vulnerables (población infantil, juvenil, adultos mayores, víctimas de violencia, discapacitados, enfermos crónicos, población reclusa, personas discriminadas por cualquier motivo, etc.) deberían atender a sus necesidades específicas.
El suicidio es un problema de primera magnitud para la sociedad actual, no sólo por el número considerable de vidas que se cobra al día, sino por la carga de sufrimiento que conlleva para la persona y su entorno llegar a una decisión como esta. Sin duda, se trata de un problema complejo, en el que influyen múltiples factores: psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales. Esto hace que tome mayor relevancia la prevención de la conducta suicida, adaptándose a las singularidades de cada persona en riesgo, desde una aproximación transversal e interdisciplinar, implicando a todos los actores y actuando sobre todos los ámbitos que pueden estar detrás de esta conducta.
“… El suicidio no es simplemente un problema mental que surge en determinadas personas, sino que existen muchas variables que afectan a toda la población general o a algunos grupos y que incrementan el riesgo de suicidio, como el estrés psicosocial y la falta de recursos económicos …”
Es importante tener en cuenta que el suicidio no es simplemente un problema mental que surge en determinadas personas, sino que existen muchas variables que afectan a toda la población general o a algunos grupos y que incrementan el riesgo de suicidio, como el estrés psicosocial y la falta de recursos económicos.
Algunos de los factores de riesgo más claramente asociados al suicidio, según la literatura científica disponible, son los siguientes:
- Eventos vitales estresantes, como muerte de un familiar, dificultades económicas graves o bullying (en niños y jóvenes)
- Depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, estrés postraumático, TOC y otros problemas psicológicos que detonan la desesperanza
- Estigmatización social de las alteraciones mentales, en especial de la rumiación suicida
- Ideación suicida y referencias a la posibilidad de suicidarse
- Abuso y dependencia de alcohol, benzodiazepinas, heroína y otras sustancias depresoras del sistema nervioso central
- Historia personal o familiar de intentos de suicidio
- Acceso a armas de fuego, veneno u otros instrumentos mortales
- Traumatismos craneoencefálicos y otras lesiones cerebrales
¿Cómo prevenir el suicidio?
El enfoque tradicional en la prevención del suicidio ha consistido en estudiar los factores de riesgo por tal de modificarlos en las personas en quienes se detecten ideas de este tipo. No obstante, no está muy claro que esta aproximación resulte eficaz; en este sentido, lo más probable es que las medidas necesarias radiquen a un nivel más profundo de la sociedad.
La OMS recomienda a todos adoptar medidas para prevenir el suicidio, relevantes desde un punto de vista práctico por el elevado coste público que puede suponer la atención en salud. Esta organización recomienda también estrategias como la hospitalización de emergencia para personas en alto riesgo de suicidio, el tratamiento de los problemas subyacentes a la ideación suicida, la participación en grupos de apoyo y la práctica de actividades psicológicamente beneficiosas, como el ejercicio físico y la meditación.
Por otro lado, es importante mencionar cuáles son los factores que protegen del suicidio. A modo general podemos destacar los siguientes:
- La psicoeducación en las escuelas desde el nivel básico hasta el universitario para que los niños y jóvenes actúen con conciencia ante la dimensión de un problema de salud pública
- Presencia de una red sólida de apoyo social y familiar
- Participación activa en la comunidad o en la sociedad
- Acceso a servicios terapéuticos y de índole psicosocial
- Básicas habilidades interpersonales y de resolución de problemas
- Alto grado de autocontrol y de expectativas de autoeficacia
- Manejo adecuado de los eventos vitales estresantes
- Tratamiento de las alteraciones psicológicas subyacentes
- Creencias y valores que favorecen la búsqueda de apoyo o rechazan el suicidio
- Métodos de intervención psicológica
Entre todos los programas de intervención psicológica, el que más destaca por su eficacia para prevenir el suicidio es el que desarrolló Marsha Linehan para el trastorno límite de la personalidad. La investigación revela una reducción de los intentos de suicidio y de la hospitalización en las personas tratadas con este método.
Aproximadamente la mitad de las personas que se suicidan cumplen los criterios del trastorno depresivo mayor. En este sentido la terapia cognitiva y la terapia de activación conductual, que se deriva de la anterior, se han mostrado útiles para disminuir la ideación suicida y el resto de los síntomas depresivos.
“… el suicidio se asocia sobre todo a una baja calidad de vida …”
Desde el ámbito de la psicología de la salud, principalmente en colaboración con entidades públicas, en ocasiones se promueven tareas psicoeducativas y de apoyo emocional o social, y también se administran algunos tests de cribado en poblaciones de riesgo, como los adolescentes. No obstante, este tipo de intervenciones son bastante escasas en muchos lugares.
De modo más general, es importante tener en cuenta que el suicidio se asocia sobre todo a una baja calidad de vida. Cualquier medida política que mejore la satisfacción y el bienestar de las personas de un lugar disminuirá su riesgo de ideación suicida o intento de suicidio, como la mejora del acceso a servicios de salud o el aumento de los salarios medios.
M.C. Carlos Bernardo Prado Rivera
Tutor Escolar y Orientador Educativo
CECyTE Sonora Plantel Hermosillo II
cprado25@hotmail.com