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¿Qué más puedo hacer?

Por: Samuel D. Cota

Durante muchos años nos han enseñado y motivado a que siempre debemos estar adelante de los demás. Las redes sociales han logrado que toda una generación de internautas se conviertan en gente competitivas y al mismo tiempo infelices, ya que cuando se dan cuenta que existe alguien que tiene una mejor casa, un carro mejor o una figura corporal más atractiva, sus emociones les juegan una mala pasada y la envidia se hace presente.
Muchas personas se obsesionan con el hecho de tener que levantarse a cierta hora de la mañana porque si no lo hacen, su vida jamás tendrá el éxito que ellos desean. Aunque la palabra “éxito” tiene diferentes significados filosóficos para muchas personas, para la gran mayoría de todos aquellos que anhelan fervientemente algo excesivamente mejor, esta palabra la ligan al hecho de tener más dinero. Literalmente, más dinero. Como si no existiera algo más que eso.

Yo con esto no estoy diciendo que el dinero es inútil o que dejemos de trabajar; el dinero es necesario, pero no es lo más importante. Existen muchas cosas más, pero eso sería otro tema.

He sido educador por un poco más de 10 años en el nivel secundaria y preparatoria y he encontrado un común denominador en un gran porcentaje de alumnos. Los estudiantes tienen la siguiente pregunta en sus mentes: “¿Qué quiero/debo estudiar?”. Todos aquellos que viajan con este cuestionamiento no es que estén frustrados o desesperados, sino que tienen la interrogante que definirá sus destinos. Aunque de este tema pudiera (y lo haré después) profundizar en otros sub-temas, en este pequeño artículo me enfocaré en la respuesta que considero es la que logra hacer un efecto dominó en las demás preguntas respecto a qué estudiar.

Conocerte a ti mismo.

La pregunta “¿Qué quiero/debo estudiar?” Es más profunda de lo que se piensa porque muchos de ellos reciben la presión de sus padres, sociedad, “beneficio” de la carrera, etc. El cuestionarse “¿Qué quiero estudiar?” Es la pregunta por encima de “¿Qué debo estudiar?”. Imagina esto conmigo un minuto. Está un adolescente de 16 años sentado a su escritorio buscando algo en internet y de repente llega su padre y le dice: “Hijo, en dos años más entrarás a la Universidad y debes elegir ya para que te puedas ir preparando para el examen de admisión”. Este pequeño individuo tiene algunas opciones en su cabeza pero todavía no ha elegido cuál es la mejor para él.

Entonces, el padre le dice cosas parecidas a estas: “Si estudias ________, es muy probable que ganes bastante dinero; pero, si estudias ____________, tendrás todavía más dinero porque a ellos les va mejor”. O, les dicen: “Tu abuelo era __________ y le fue de maravilla”. En este momento el adolescente que tiene el anhelo de ser ___________ y se enamora de la expectativa que su padre tiene de él, en vez de lo que él desea.

No estoy diciendo que los hijos nunca deben escuchar a sus padres o que sus padres desatiendan el área del estudio de los hijos. Lo que estoy argumentando es que cada quién es responsable de lo que quiere estudiar. ¡OJO! Escribí “estudiar”, no redacté “en qué universidad estar”. Todos somos responsables de los libros que leemos o no leemos. Yo soy responsable de mi propia mente. Tú eres responsable de tu propio crecimiento.

“… Escudriña tus pensamientos, tus motivaciones, tus emociones. No solo tendrás el beneficio de saber qué estudiar, sino que lograrás desarrollar agudeza en tu pensamiento crítico respecto a todo lo demás …”

Pero regreso al tema. Los alumnos a veces no saben elegir qué estudiar por una sencilla razón: “No se conocen a sí mismos”. Si tú eres de los que desde muy pequeño sabías exactamente qué querías estudiar o tenías bien definido todo sobre ti, ¡te felicito! En verdad. Ojalá todos tuviéramos esa certeza desde pequeños; no tendríamos tantas dificultades. Pero, para aquellos que duramos mucho tiempo en lograr entender qué es aquello en lo que queremos invertir el resto de nuestro tiempo, es importante saber lo siguiente:

Si no te tomas el tiempo de descubrirte, de conocerte, de realmente hacer introspecciones profundas sobre ti, será muy complicado que llegues a tomar las decisiones correctas. No solamente sobre tus estudios, sino sobre tu propia vida.

Quizá no te das cuenta que tus decisiones giran en torno a lo que los demás esperan de ti. O tal vez, tus elecciones de vida se basan en lo que las redes sociales promueven.
Seré vulnerable con lo siguiente. Desde muy pequeño he sufrido de “Adicción a la aprobación”. Es decir, hacía, decía y actuaba de cierta manera solo para recibir cierto nivel de aceptación por los demás. En la escuela, con mi familia, con los amigos de mi familia, con gente en lugares públicos. Pero, no me daba cuenta de esto hasta que tenía 28 años (y porque tuve terapia psicológica), y esto comenzó desde que yo era un adolescente. Duré años ¡AÑOS! con esta situación y yo sin darme cuenta. Es por eso que cuando te digo que es importante conocerte, es que es cierto. Precisas tener “citas románticas” contigo para que te conozcas en totalidad y puedas sanar.

Escudriña tus pensamientos, tus motivaciones, tus emociones. No solo tendrás el beneficio de saber qué estudiar, sino que lograrás desarrollar agudeza en tu pensamiento crítico respecto a todo lo demás. Te lo digo por experiencia.

La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo. (Galileo Galilei)




Samuel D. Cota
Licenciado en Enseñanza del Inglés
lic.samuelcota@gmail.com

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