La familia es en gran parte la semilla que nos ayudó a florecer en muchos aspectos, la que sentó la base de lo que nos hemos convertido. La familia es además en donde se nos quieren por lo que somos, donde se nos quiere con alma y cuerpo. Es en donde aprendemos a socializar y donde aprendemos valores únicos como la confianza, la solidaridad, el respeto, la justicia, tolerancia y valores prácticos para la vida.
¿Qué hubiera sido de nosotros si nuestros padres no nos hubieran enseñado a hablar, a comer o a caminar? Muchas veces tendemos a no pensarlo y en consecuencia a no valorarlo. Estamos acostumbrados a vivir cada día muy apurados, sin tener tanta convivencia con nuestros familiares. Cada uno tiende a estar en lo suyo y a no ver los intereses de los demás. Es por eso que si logramos cambiar los hábitos malos por hábitos buenos tendremos automáticamente una mejor unión familiar.
En cualquier relación de personas, ya sea de matrimonio, padres, hermanos, amigos, o colegas nos tenemos que analizar primero a nosotros mismos para así lograr una mejor unión o evitar conflictos. Si cambiamos esos signos de vicios, las demás personas podrán notarlo y ellos también podrán cambiar esos malos hábitos. Claro que además del ejemplo, la comunicación es parte esencial. Los padres de familia muchas veces quieren cambiar el vicio de un hijo sin verse primero a ellos mismos. Habrá que poner atención aquí ya que los hijos tienden a imitar los hábitos buenos o malos que los padres tienen.
Hay que enseñar al hijo a que los conflictos son parte de las relaciones humanas, ya que, si éstos no existieran, no existirían características únicas que nos hacen ser como somos. Hay que tener buenos hábitos para tener virtudes y perfeccionarnos cada día. Dejar atrás los vicios que solo debilitan la unión familiar.
La relación familiar debe ser transparente, genuina y llevada hacia un trato con respeto y justicia. Así, si tenemos relaciones fraternas con nuestra familia podremos conocernos mejor, valorarnos mejor, corregir conductas y como consecuencia tendremos más unión, amor por nosotros mismos, felicidad en nuestra vida y además lograremos tener una sensación de seguridad y paz mental. Como sociedad también habrá un beneficio ya que la suma de virtudes en cada persona logrará tener una mejor sociedad.
Y, en el aspecto de la familia, puedo imaginar que ser padre es el trabajo más difícil del mundo. Pero también es cierto que la esperanza de un mundo mejor llega con las nuevas generaciones, y esta esperanza puede apoyarse en hijos con virtudes e ideales firmes. Para ello, es importante que los padres compartan una orientación definida. De este modo, los hijos pueden seguir el ejemplo de los padres y emular el mismo proceso para que después que crezcan formen sus propias familias, y así sucesivamente a través de las generaciones. Así, la buena labor de unos padres puede al largo plazo tener un efecto grandísimo. Como una semilla que crece con el tiempo para producir nuevos frutos.
“… En la mesa además ponemos en práctica la comunicación: hablar de cómo nos había ido en el día, anécdotas, también hablar de temas profundos que son los que al final mejoran la unión familiar …”
Porque merece mucho educar a los hijos que aporten nuevas esperanzas al mundo. Que sumen. El mundo anhela familias buenas y hermosas, familias que tengan el potencial de hacer de este mundo un lugar mejor. Al fin y al cabo, sólo tenemos una vida corta, y lo mejor que podemos dejar al mundo son personas que también pueden contagiar a otros con buenos ideales. De este modo, la semilla de una buena familia puede, a través de las generaciones dar jugosos frutos que llenen campos enteros.
Aquí dejo algunos consejos para lograr una mejor unión familiar. Vale la pena tratar de ponerlos en práctica especialmente esta Navidad e inicio de año.
- Comer todos en familia:
Es recomendable, ya que muchas veces requiere de paciencia. Como hija puedo decir que desde que estaba chica me tocó ser de las primeras que llegaban a mi casa y aunque tenía hambre muchas veces tenía que esperar a que todos llegaran. En la mesa además ponemos en práctica la comunicación: hablar de cómo nos había ido en el día, anécdotas, también hablar de temas profundos que son los que al final mejoran la unión familiar. - Tratar de comprender al otro:
Esto también requiere paciencia, ya que tenemos que aceptar, comprender, tolerar y respetar que no pensamos igual que el otro. Si vemos que una acción es mala para algún integrante de la familia, hay que ayudar a que se dé cuenta de la mejor forma posible para que pueda corregirlo. - Tener gracia y cortesía:
Saber disculparse, pedir permiso, decir por favor y gracias, cuidar la limpieza, saber compartir y tener buenas maneras de tratar al otro, cuidando muchas veces nuestro carácter. - Dejar de lado los aparatos electrónicos:
En la comida, o cada vez que se platica, dejar guardado el celular para no interferir el tiempo de calidad. - Tener una actividad juntos:
Crear una actividad donde todos puedan asistir, con día y hora establecidos.
“… crear una actividad donde todos puedan asistir, con día y hora establecidos …”
No olvidemos que familias unidas y felices crean hijos felices, y esto su vez crea una mejor sociedad porque la institución familiar es su semilla. ¡Antes que la sociedad, la familia!
“Una relación sana es cuando dos personas independientes, simplemente hacen un trato de que ayudarán a la otra persona a ser la mejor versión de sí mismos” – Gianni Berengo Gardin.
Lic. María del Mar Azpe Soto
Psicopedagoga Universidad Panamericana
marimarazpe@gmail.com