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¿Mi hijo es acosador o acosado?

Por: Diana Spíndola Yáñez

Se reanudan clases presenciales, es momento de practicar o continuar practicando las habilidades sociales y es momento papás, de estar alertas en la forma en las que nuestros hijos se relacionan con sus compañeros.

A pesar de que la mayoría lo hará de manera natural y sana, respetando a los demás, siendo empáticos, defendiendo sus preferencias, divirtiéndose y gozando con los compañeros hay un pequeño grupo que tiene problemas y es importante estar alerta. Si observas alguna de estas características toma “cartas en el asunto” para hacer los cambios pertinentes, ya que de lo contario las consecuencias duraran por muchos años en la afectividad y las relaciones interpersonales de nuestros hijos.



“… En estas situaciones hay tres actores: los acosadores, las víctimas y los espectadores. Conoces a tu hijo ¿Cuál de ellos pudiera ser? …”


Cuando las relaciones son pasivas y/o agresivas puede desencadenarse lo que conocemos como acoso escolar (bullying). Son problemas relacionados con el entorno social. Exclusión o rechazo social: desequilibrio de poderes sociales y que provocan una exclusión o rechazo social recurrente por parte de los otros. Ejemplo de acoso, burlas, intimidación por parte de otros, ser objeto de maltrato verbal humillación y ser excluido a propósito de las actividades de los compañeros.

En estas situaciones hay tres actores: los acosadores, las víctimas y los espectadores. Conoces a tu hijo ¿Cuál de ellos pudiera ser?

Si es acosador: el menor suele ser impulsivo, mostrarse autosuficiente y mantener una actitud positiva hacia la violencia, trasladando su agresividad de forma general a compañeros, profesores y familiares.

Muestra estas características:

  1. Necesidad de dominar y controlar a los demás.
  2. Temperamento explosivo e impulsivo: baja inteligencia emocional, pobre autogestión de las emociones.
  3. Disfrutan y se sienten estimulados por la violencia. Buscan sentirse respetados y temidos.
  4. Falta de empatía por los demás.
  5. Poca capacidad de autocrítica y baja tolerancia a la frustración.
  6. Desafían las normas.
  7. Manipuladores: Rigen sus propios intereses.

En el ambiente familiar frecuentemente carece de fuertes lazos familiares y la familia es muy permisiva en relación a su acceso a la violencia (televisión, videojuegos, etc.). No hay normas claramente establecidas y el agresor suele mostrar una actitud desafiante y de continua discusión cuando se le trata de imponer alguna regla. En ocasiones ellos mismos son víctimas de la violencia por parte de algún hermano o de sus propios padres.

En el ambiente social tienen dificultades para integrarse en la escuela y con sus compañeros ello a causa de su agresividad, tosquedad o brusquedad, también suelen tener un bajo rendimiento escolar. Tampoco se muestran dispuestos a asumir y aceptar las consecuencias de sus actos, pero, sin embargo, suelen desempeñar un papel de liderazgo de grupo.

Si es víctima: Suele ser una persona insegura y con poca autoestima, de apariencia débil e insegura y que pueden mostrar un grado elevado de ansiedad.

Sus características son:

  1. Se muestran preocupados, con momentos de angustia e intranquilidad.
  2. Pueden desarrollar cuadros depresivos.
  3. Mantienen una actitud de sumisión en situaciones para ellos incontrolables.
  4. Tienen un comportamiento de introversión y timidez, lo que los lleva a tener pocos amigos.

En la mayoría de los casos el aspecto físico es, que se trata de varones y tienen menor fortaleza física que sus compañeros. También pueden presentar rasgos físicos (obesidad, llevar anteojos, etc.) que facilitan su elección como víctima para la burla.

En el ambiente familiar: Suelen estar sobreprotegidos por sus familias, lo que les resta independencia personal y capacidad para aprender a defenderse y desenvolverse por sí mismos.

Socialmente en general tienen pocos amigos y pueden llegar incluso a estar siempre solos, pues suelen carecer de habilidades sociales. Quizás por ello tienen muy poca popularidad entre sus compañeros, ya que tienden a pasar desapercibidos. Otros rasgos que pueden llevar a su identificación son los siguientes:

  1. No participan en actividades extraescolares o de grupo porque se sienten vulnerables.
  2. Se quejan repetidamente de ser insultados, de que les roban sus objetos personales, de burlas o agresiones.
  3. Faltan a clase con cualquier pretexto.
  4. Lloran con frecuencia, están aislados y se muestran alicaídos, si bien pueden presentar cambios de ánimo frecuentes, con comportamientos poco habituales, como el de mostrarse irritables. 

Y por último tenemos al espectador: encontramos al espectador activo: aquellos que animan y apoyan al agresor, haciendo que se sienta más fuerte. Por medio de lo que podríamos llamar un contagio social de la violencia, acaban participando en el acoso pero no lo inician.

Y los espectadores pasivos: aquellos que conocen y que observan el acoso, pero no intervienen. Ni para participar en él, ni para detenerlo. Responderían a la idea de “no es asunto mío”. Este grupo está motivado por el miedo a convertirse en víctima, y creen que la no intervención les protege.

Los efectos del acoso son importantes aquí solo te nombro alguno de ellos:

  1. Estrés patológico.
  2. Depresión.
  3. Sentimiento de culpa.
  4. Baja autoestima y autoconcepto negativo.
  5. Bajo rendimiento académico y fracaso escolar.
  6. Ataques de pánico.
  7. Insomnio.
  8. Ansiedad extrema.
  9. Mala reputación y baja popularidad.
  10. Aislamiento social y soledad.
  11. Problemas en sus relaciones sociales.
  12. Ideación suicida.

Así que, observa las relaciones de tus hijos y plática con ellos acerca de las mismas, oriéntalo y/o acude con un profesional psicólogo/a.



Psic. Diana Spíndola Yáñez
CENTRO DE ASESORÍA
PSICOLÓGICA-SKOOL-TOOLS
FACEBOOK: centro de asesoria psicologica-skool-tools
Tel. 210 3280 – 662 206 3414

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