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¿Cómo empezar a amarme?

Por: Ana Tamara Robles Pliego

Leemos y escuchamos sobre la importancia del amor propio: poner límites a quienes nos hacen daño o son tóxicos, protegernos de aquello que no es “saludable”. Sin embargo, cada vez nos perdemos más en la confusión entre el amor propio y el ya no soportar nada o estar a la defensiva de todo. Pero, si estamos todo el tiempo a la defensiva, ¿no será porque la forma en que me veo es como un ser quebrantable, incapaz de resolver o vivir lo difícil de la vida? ¿No será que, en esta confusión, la forma de amarme es protegiéndome como un ser débil e incapaz? ¿Eso es, acaso, amor propio?

Lo discuto con mi cabeza y me responde:

—Lo que pasa es que amarte significa saber que vales, y si consideras que vales, eliges qué dejas entrar y qué no.

Y sí, definitivamente. Así lo planteo con adolescentes cuando, en una conferencia, tengo como objetivo que descubran el valor que tienen:

—Imaginen que ustedes tienen un lugar lleno de basura y yo les doy dos cajas: una de cartón y una de oro. ¿En cuál meten la basura?

Siempre eligen la de cartón, porque en la de oro meterían lo que es valioso. Si yo me considero una caja de oro, elijo que entre lo valioso y dejo afuera lo que no.

“… Si me doy cuenta de que valgo y que soy un ser que tiene derecho a ser respetado y amado, debo empezar por respetarme y amarme …”

Sin embargo, en esta misma discusión con mi cabeza, reflexiono: si me doy cuenta de que valgo y que soy un ser que tiene derecho a ser respetado y amado, debo empezar por respetarme y amarme. Si, en esta búsqueda de ser mejor y de respetarme, me critico todo el tiempo, tratándome como víctima de mi mamá, de mis hermanos, de mi jefe, de mi suegra, de mi esposo, de mis hijos, etc., ¿qué respeto voy a sentir por mí misma? Solo voy a estar esperando a que los demás me respeten para ver si yo logro respetarme, fingiendo que limitando, alejándome, enojándome o defendiéndome va a surgir en mí la sensación de valía.

¿Entonces, qué hacemos? Primero, darnos cuenta si estamos cayendo en el papel de víctimas y si necesitamos defendernos para asegurarnos un lugar en el mundo. Quizás no sea al 100 %, pero identificar esas áreas en las que sí caigo resultará muy liberador y nos dará mucha luz.

“… Para realmente empezar a amarnos a nosotros mismos, podemos comenzar por dejar de tratarnos como víctimas …”

Para realmente empezar a amarnos a nosotros mismos, podemos comenzar por dejar de tratarnos como víctimas. No es lo mismo la autocompasión que tratarnos como heridos o débiles. Quien se ama a sí mismo no le teme a la vulnerabilidad, porque sabe que no es perfecto y que ni siquiera debería serlo. Abraza la imperfección y sus fortalezas. Confía en su capacidad de aprender.

“… Abraza la imperfección y sus fortalezas. Confía en su capacidad de aprender …”

La autocompasión me gusta exponerla así: Imagina que te pido que cuides a un niño o niña pequeño que siente miedo o está triste porque acaba de perder a su mascota. Además, lo regañaron muy feo y lo castigaron, como si hubiera perdido a propósito a su mascota. No le permiten llorar ni explicar qué pasó ni cómo se siente. Este niño o niña necesita que lo escuches y que te platique qué siente para, después, ver qué pueden hacer para encontrar a su mascota.

No te estoy diciendo: “Encuentra al culpable de por qué siente así y haz algo para defenderlo”.

La instrucción es: “Dale lo que realmente necesita. Empatiza, escucha, pregunta, abraza, genera ideas y confía en él o ella”.

“… Otro paso para aprender a amarse a uno mismo es practicar dos actitudes y virtudes fundamentales: gratitud y generosidad …”

Otro paso para aprender a amarse a uno mismo es practicar dos actitudes y virtudes fundamentales: gratitud y generosidad.

La gratitud hace que mi cerebro se concentre en lo que hay, no en lo que falta. Hace que mi mente, en lugar de buscar cosas amenazantes, busque garantías, fortalezas y abundancias. Es un hábito que se convierte en virtud.

La generosidad, porque nadie da lo que no tiene. Pero, si al ser agradecido te das cuenta de que tienes tanto que ofrecer al mundo, porque te reconoces como una persona valiosa, puedes dar incluso lo que no tienes, usando lo que sí tienes. Finalmente, si eres generoso, aprendes a reconocer el valor de las demás personas. Cada vez que cuidas la dignidad de otros, fortaleces tu propia idea de dignidad personal.

“… Enfócate en tus fortalezas para transformar la forma en que percibes el mundo y a sus personas …”

El amor propio es un trabajo diario. Descubre la fuerza que llevas dentro para lidiar con personas que necesitan aprender lo que tú ya descubriste. No te defiendas tanto. Enfócate en tus fortalezas para transformar la forma en que percibes el mundo y a sus personas.


Ana Tamara Robles Pliego
Lic. en Ciencias para la familia
INSTRAGRAM: tamararoblesp

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