El acoso infantil ha existido siempre, parece que forma parte del desarrollo humano y no es difícil encontrar un adulto que de pequeño haya sido intimidado por sus compañeros.
Pero no por ser algo común, es aceptable. Al contrario, es un comportamiento que simplemente no se puede tolerar y que si se deja pasar puede tener consecuencias nefastas.
Las víctimas de acoso infantil sufren insultos verbales, ataques físicos y exclusión, que convierten su vida en una pesadilla y que en el mejor de los casos pueden llegar a afectar profundamente el equilibrio emocional y la autoestima del niño.
“… Las víctimas de acoso infantil sufren insultos verbales, ataques físicos y exclusión, que convierten su vida en una pesadilla …”
Las investigaciones indican que los estudiantes que son objeto del acoso continuo de sus compañeros se encierran cada vez más en sí mismos y se deprimen. Existe otra reacción mucho menos común ante el acoso escolar que es la agresión y la hostilidad, mientras los varones tienden a la violencia física, el acoso de las niñas suele ser psicológico e igual de dañino que el de los niños. En ambos casos el acoso de otro niño más débil hace sentir poderoso al agresor, que irónicamente suele ser una persona insegura, que recibe poca atención de sus padres, que ve mucha violencia por televisión y que puede ser él mismo víctima de acoso en casa. Por su parte, los niños intimidados suelen ser “diferentes” de alguna manera (más gordos, más altos, de otra nacionalidad, de otra raza, pueden usar gafas o ser más tímidos), suelen ser también más débiles física o psicológicamente.
Las conductas irrespetuosas e insultantes aparecen desde que los niños comienzan a relacionarse con otros niños.
“… Es importante que el niño sepa que los padres no toleran ese tipo de actitud. Desde la guardería, hay que dejarle ver al niño que no puede pegar, ni insultar, ni herir los sentimientos de otro niño …”
Pedagogos y maestros recomiendan actuar cuanto antes:
“Es importante que el niño sepa que los padres no toleran ese tipo de actitud. Desde la guardería, hay que dejarle ver al niño que no puede pegar, ni insultar, ni herir los sentimientos de otro niño”.
Los expertos también acentúan la importancia de mostrar al niño otros canales para ventilar y expresar sus sentimientos. Enseñarles por ejemplo a utilizar las palabras para protestar o enfatizar lo que sienten, a no recurrir a los golpes y sobre todo a ponerse en el lugar del otro, que el niño piense cómo se sentiría si fuera insultado, ridiculizado o agredido.
“Enseñarles a compadecer al otro es crucial y hay que recompensar siempre la amabilidad y las buenas acciones. También es eficaz registrar al niño agresivo en actividades de equipo, como deportes”.
Psic. Diana Spíndola Yáñez
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