Las 4 dimensiones del amor
Al principio en una relación sentimental, surge una chispa basada en química cerebral y es la que despierta en nosotros una atracción primeramente física y que de manera arriesgada le llamamos amor, algo que es muy prematuro para tener ese término.
Debemos construir relaciones sólidas y duraderas para crear familias felices y como consecuencia mejores sociedades. Por eso los invito a no quedarse solo en el plano físico sino a trascender en el amor. A continuación, les compartiré las 4 dimensiones del amor humano:
- Dimensión biológica: las sensaciones que sientes físicamente cuando ves a alguien que te agrada son causadas por el sistema nervioso simpático ya que se hiperactiva: el corazón palpita más rápido, sudoración, sonrojo, pupilas dilatadas. La atracción a primera vista despierta diferentes sensaciones corpóreas, pero claramente a esto todavía no se le puede denominar amor, más bien, es el primer paso para ir creciendo en el amor.
- Dimensión afectiva: aquí ya se da la combinación de la atracción física con valores importantes que consideramos importantes. En esta parte se descubren intereses personales y a esto ya no se le denomina atracción, sino enamoramiento, porque vemos todo lo que nos gusta de la otra persona, así también aprendemos a querer todo lo bueno para aquella persona.
- Dimensión personal: en esta dimensión es cuando vemos a la otra persona con dignidad y de establecer un compromiso de querer todo lo bueno para la otra persona y la queremos no solo por un tiempo, sino para siempre.
- Dimensión trascendente: en esta dimensión se define no solo el compromiso, sino la entrega total de cuerpo y alma y como consecuencia la procreación como resultado del amor.
Hay que tener relaciones que no solo se enfoquen en la atracción corpórea, sino que tengan trascendencia en querer un para siempre. Creer enamorarse de alguien en un primer encuentro no se le puede llamar amor. El amor es el conocimiento y el trato de la otra persona, es conocer sus fortalezas, debilidades y valores. Cuando se tiene ese amor íntimo por la otra persona, se querrá todo el bien por el otro y se ayudará a perfeccionarlo en sus fortalezas, así como también ayudar a que el otro sepa entender sus debilidades para mejorarlas. Así surgirá una mejora mutua y constante que le dará a la otra persona virtudes humanas para luchar y erradicar vicios. La dimensión biológica y afectiva debe formar una coexistencia. Esta requiere nutrirse y completarse en su totalidad con amor y compromiso para que como resultado haya trascendencia y enriquecimiento mutuo.
Lic. María del Mar Azpe Soto
Psicopedagoga Universidad Panamericana
marimarazpe@gmail.com