Basta revisar nuestras redes sociales y los medios internacionales para darse cuenta del esfuerzo que pretenden y llevan a cabo países ricos y pobres en cuanto a planes de recuperación post-covid 19 se refiere para darse una idea del impacto catastrófico de ésta.
En efecto ya el nuevo gobierno de Biden en EEUU anuncia planes y programas de inversión enormes para enfrentar y salir mejor librados de las serias repercusiones en términos de la salud de la población y de cómo retomar de nuevo el rumbo del crecimiento económico y el empleo.
Lo mismo acontece en las economías emergentes de la América Latina como el Perú quien con la ayuda del BID pretende llevar a cabo un plan de recuperación sin precedente este año.
En ese país se habla ya de invertir 20 puntos del PIB y crecer el 2021 a una tasa del 10% a fin de ir enderezando la caída del 2020 de alrededor del 12% muy parecida a la nuestra que ronda entre el 9 y 10% y que este año tiene como meta crecer si bien nos va alrededor del 3 al 4%.
Ya el ministro de hacienda en aquel país Andino planteó ante el Congreso un ambicioso plan de rescate que impulse este crecimiento económico y la generación de empleo apoyando renglones sensibles como la sanidad, educación y desarrollo social sin descuidar la infraestructura pública.
Se destacan lo reitero, medidas de carácter inmediato en materia de esfuerzo fiscal y presupuestal ante una contracción de dos dígitos del PIB que destruyo muchos empleos formales e informales que al igual que en México repercutió en mayor número de pobres que llevará varios años revertir.
En consecuencia, se busca resarcir el daño muy a pesar de las elecciones que tienen en puerta en el mes de abril del presente año. Aún con elecciones, el gobierno andino se da a la tarea de plantear una ruta con objetivos y metas ambiciosas las cuales gozan de un amplio respaldo de los poderes nacionales, banca internacional, iniciativa privada y el sector exportador.
Germán Lohr Granich
