“Papá, ¿Por qué existe el Día del Maestro?” Rubén, el padre, quedó sorprendido por la pregunta de su hijo de 8 años, quien apenas estaba empezando la primaria. En ese breve instante, Rubén reflexionó sobre posibles respuestas como: “Porque así lo establece el calendario escolar”, “Porque es una tradición”, o “Porque alguien decidió celebrarlo en algún momento del pasado”. Incluso consideró la clásica respuesta de: “No sé, pregúntale a tu mamá”.
Mientras pensaba en qué decirle a su hijo, que aún sonreía expectante frente a él, Rubén recordó una frase que su propio padre solía repetirle: “Honor a quien honor merece”. Con esta premisa en mente, Rubén miró a su hijo y le respondió: “Porque los maestros lo merecen”.
Sin embargo, la respuesta no pareció satisfacer completamente al niño, quien preguntó: “¿Y por qué lo merecen?”. Rubén se sorprendió de la persistencia de su hijo de 8 años, pero vio en esta oportunidad una enseñanza sobre el respeto y la gratitud hacia quienes nos guían en el aprendizaje. Entonces, respondió: “Porque a menudo no apreciamos todo lo que hacen. Un maestro ordinario simplemente enseña a sus alumnos. Pero un verdadero maestro se esfuerza diariamente por comprender a sus alumnos y garantizar que ellos comprendan bien. Un verdadero maestro deja de lado sus propias preocupaciones para brindar a sus estudiantes una educación enriquecedora. Invierte tiempo, energía y recursos para iluminar las mentes de sus alumnos. Anhela que sus estudiantes superen sus propias capacidades. Aunque enfrenta dificultades personales, se esfuerza por el bienestar de sus estudiantes. Un verdadero maestro no es perfecto, pero se esfuerza por la excelencia. Dedica horas preparando clases para ver el progreso de sus alumnos, incluso cuando no lo reconocen. Ofrece lo mejor de sí, incluso cuando está agotado. Por estas razones y muchas más, hijo, debemos respetar y honrar a nuestros maestros. No porque sean perfectos, sino porque a pesar de que sean ignorados, irrespetados y a veces burlados por sus alumnos, están comprometidos con nuestra educación y el futuro de nuestra sociedad. Ellos conocen que sus alumnos son los cimientos de lo porvenir. Los futuros doctores, ingenieros, diseñadores, deportistas, abogados, veterinarios, cantantes, actores, pintores, carpinteros, mecánicos, chefs, etc. Están sentados delante de él, por lo tanto, debe dar lo mejor de sí mismo siempre; todos los días, aunque no tenga deseos de hacerlo”.
“… Nunca permitas que te falten al respeto, hijo, pero recuerda siempre respetar a los demás, especialmente a tus maestros, quienes contribuyen a tu crecimiento. Honra su labor y su dedicación …”
Rubén hizo una pausa, luchando contra la emoción, y concluyó: “Nunca permitas que te falten al respeto, hijo, pero recuerda siempre respetar a los demás, especialmente a tus maestros, quienes contribuyen a tu crecimiento. Honra su labor y su dedicación”.
El niño de 8 años apenas comprendió todas las palabras de su padre, pero asintió y dijo: “Está bien, papá”.
La conversación pronto derivó hacia otros temas, pero en la mente de Rubén persistía una única imagen: la sonrisa de su propio padre al entrar a un salón de clases.
Rubén solo había tenido la oportunidad de presenciar a su progenitor enseñar durante su último año de universidad, pero nunca le había expresado lo orgulloso y agradecido que se sentía. Rubén se había convertido en un exitoso médico y en un padre ejemplar, todo gracias al legado de su padre, que había fallecido hace años.>>
“… La importancia del agradecimiento hacia aquellos que dedican su tiempo y esfuerzo a nuestra educación y crecimiento personal …”
Esta historia ficticia resalta la importancia del agradecimiento hacia aquellos que dedican su tiempo y esfuerzo a nuestra educación y crecimiento personal.
Por eso y mucho más… ¡GRACIAS MAESTROS! Y ¡FELIZ DÍA!
Samuel D. Cota
Licenciado en Enseñanza del Inglés
lic.samuelcota@gmail.com
